Boicot al Estado de Israel: debates y propuestas

Existe cada vez más interés en una campaña de boicot contra el Estado de Israel.

Una amplia gama de organizaciones palestinas se declaró en este sentido hace tiempo.[1] En el ámbito internacional, la Conferencia del Cairo, celebrada en marzo de 2008, acordó impulsar el boicot. Ha habido diversos intentos de impulsar una campaña europea contra el acuerdo comercial UE-Israel.

Parece que existe un consenso, entre muchas entidades del Estado español que trabajan en solidaridad con Palestina, acerca de la necesidad de impulsar el boicot. Pero queda mucho por hacer, en el sentido de ir más allá de las declaraciones para pasar al trabajo práctico.

Para que esto se haga realidad, hará falta establecer objetivos, prioridades y estrategias capaces de crear un amplio movimiento a favor del boicot.

La intención de este texto no es explicar los crímenes de Israel, ni los porqués de un boicot, sino contribuir a que éste sea una realidad.

David Karvala

Barcelona, 6 de agosto de 2008



El ejemplo de Sudáfrica


Apoyo internacional al boicot contra Sudáfrica
Sudáfrica: el boicot no lo fue todo

Por el boicot: debates y estrategias


Objetivos políticos generales y asumibles
Parte del amplio movimiento antiguerra
Contra el antisemitismo
Por el boicot: pensar en cuatro prioridades alcanzables
Olvidémonos del código de barras 729
Boicot cultural
Boicot deportivo
Boicot académico
Boicot en las instituciones públicas
Desinversión
¿Sanciones? Tratado UE-Israel y armas

Conclusión



Anexos


Anexo 1: Resolución sobre boicot de la Canadian Union of Postal Workers
Anexo 2: Resolución de la UCU: Palestina y la ocupación

El ejemplo de Sudáfrica

La analogía con Sudáfrica es muy importante. Primero, es impactante ver las similitudes entre el apartheid sudafricano y las políticas discriminatorias del Estado de Israel. Segundo, el éxito de la campaña de boicot contra el régimen racista en Sudáfrica puede inspirar la campaña contra el apartheid en Israel.[2]

El mero hecho de aplicar el término apartheid a Israel contribuye a romper el mito de Israel como “la única democracia en Oriente Medio”. La similitud entre los dos casos quizá no incomode a la derecha abiertamente racista, pero debe hacer reflexionar a la gente “progresista” que apoya a Israel. Desde la obligación de que la población indígena muestre pases cada dos por tres y sus sistemas educativos discriminatorios, hasta la creación de Bantustanes —supuestos estados independientes creados por el régimen, con la colaboración de algunos dirigentes negros, como una “patria” que justificaba la negación de los derechos de la población negra dentro de Sudáfrica— el parecido es chocante.

Por otro lado, la campaña de boicot, sanciones y desinversión que se logró crear contra el apartheid sudafricano es un modelo a seguir para el movimiento de solidaridad con Palestina. La campaña de boicot contra el régimen racista en Sudáfrica arrancó a finales de 1959, y creció a lo largo de las siguientes décadas hasta ser masiva en los años 80; principal, aunque no exclusivamente, en Gran Bretaña.[3]

Hay muchas lecciones importantes de aquella experiencia. Por encima de todo, como indican las fechas, fue un proceso largo, que requirió de mucha paciencia por parte de las y los activistas.

Un resumen del trabajo de los grupos anti Apartheid europeos explica: “La naturaleza de estos grupos, sus metas y objetivos, y los métodos que utilizan, varían mucho… La mayoría de estos grupos han intentado ser organizaciones amplias, y su fuerza radica en la influencia que pueden ejercer en diferentes sectores de la sociedad.” Destaca que, al principio, los movimientos no tenían políticas explícitas de apoyo a los movimientos de liberación; la adopción de tales políticas fue fruto de la experiencia y el debate.[4]

Finalmente, el caso sudafricano puso de relieve otro precedente; el final del apartheid no conllevó, ni mucho menos, una masacre contra la antigua población opresora a manos de los que consiguieron su libertad.

Pero, a pesar de las importantes similitudes, no debemos ignorar las diferencias entre los dos casos. Tampoco, y esto es importante, debemos exagerar el papel del boicot. Éste contribuyó, pero sólo fue un factor entre muchos otros en la caída del apartheid sudafricano, y esos otros factores incluyen algunas importantes diferencias respecto al apartheid israelí.

Apoyo internacional al boicot contra Sudáfrica

La situación política internacional que disfrutó Sudáfrica bajo el apartheid fue muy diferente a la que disfruta actualmente Israel.

En los años 60, la ONU incluía a muchas ex colonias nuevamente independientes que, a pesar de sus limitaciones, mantenían una actitud de clara oposición al régimen racista.

En 1963, a propuesta de India, el Comité Olímpico Internacional acordó una resolución crítica con Sudáfrica, y este país fue excluido de los juegos olímpicos de Tokio en 1964. India es ahora un aliado importante de Israel, y este país actualmente no corre ningún riesgo de ser excluido de los juegos. En 1968, la Asamblea General de la ONU votó por la suspensión de “intercambios culturales, educativos, deportivos o de otra naturaleza con el régimen racista y con las organizaciones o instituciones de Sudáfrica que practiquen el apartheid”.[5]

Huelga decir que nunca han acordado nada parecido respecto a Israel. Lo más cercano fue la Conferencia sobre el Racismo de 2001 en Durban, que levantó un escándalo meramente por plantear la equiparación entre el sionismo y el racismo; al final esta formulación fue eliminada.

Hoy en día, el Estado de Israel tiene una importancia primordial para EEUU, como su aliado principal en Oriente Medio, la región que contiene las mayores reservas de hidrocarburos del planeta y que es el punto de confluencia entre Europa, Asia y África. Las actuales guerras y ocupaciones en la región, así como la creciente crisis del petróleo, fortalecen aún más esta relación. La Unión Europea expresa a veces moderadas críticas, pero en lo importante también siempre respalda a Israel. Los Estados árabes, de seguir la opinión de sus poblaciones, serían los enemigos número uno tanto de Israel como de EEUU; en la práctica son aliados de ambos.

Todo esto supone que es mucho más difícil impulsar una campaña efectiva de boicot y sanciones contra Israel de lo que lo fue contra Sudáfrica.

Sudáfrica: el boicot no lo fue todo

Evidentemente, la propia lucha dentro de Sudáfrica jugó un papel esencial en la derrota del Apartheid. La lucha armada del Congreso Nacional Africano (ANC, en sus siglas en inglés) fue significativa en varias épocas de la lucha, pero no fue determinante.

Mucho más importante fue la movilización social; por encima de todo, el movimiento sindical que empezó a crecer a partir de los años 70, y se hizo masivo en lo años 80.[6] Fue en esa época en la que se construyó COSATU, la central sudafricana que es actualmente uno de los movimientos sindicales más fuertes del continente africano. Esto a su vez reflejó la centralidad en la economía sudafricana de la clase trabajadora negra. La gente negra constituye el 80% de la población del país. Desde las minas de oro y diamantes, hasta las fábricas automovilísticas y el comercio, fue y es la clase trabajadora negra la que produce la riqueza de Sudáfrica, lo que dio a esta clase una gran capacidad para enfrentarse al régimen.

Ligado a esto llegaron los cambios en la economía mundial que hicieron caduca una economía basada en un gran sector público estancado, y sobre todo en la producción de materias primas. Una economía moderna, basada en la producción con tecnología más avanzada, no podía crearse mediante la explotación de mano de obra barata en condiciones de casi esclavitud, como la que había funcionado en el campo y en las minas de Sudáfrica durante décadas.

Así que la creciente movilización desde abajo se combinó con el hecho de que una sección de la clase dirigente sudafricana —por sus propios motivos— también quería un cambio de sistema. De ahí la “transición pactada” y el Premio Nobel de la Paz de 1993, compartido entre Nelson Mandela, dirigente del ANC e impulsor de la lucha armada en los años 60, y Frederik Willem de Klerk, destacado político del régimen racista.

Todo lo anterior vuelve a subrayar las diferencias entre los casos de Sudáfrica e Israel.

La población palestina es minoritaria dentro del Estado de Israel; constituye menos del 20%. Es una obsesión de la política israelí el asegurarse que no llegue a ser mayoría, evitando lo que llaman la “bomba demográfica”; el tener que abandonar o bien la naturaleza judía del Estado o bien la tapadera democrática.[7]

Estas cifras de población excluyen a Gaza y a los trozos de Cisjordania bajo el control de la Autoridad Nacional Palestina —territorios análogos a bantustanes— cuyos habitantes tienen poco o ningún peso en la economía israelí.

Y finalmente, los millones de palestinos que viven en la diáspora —ya sea en los campos dentro de los Estados árabes, o en Europa y América— en la práctica forman parte de la movilización en el exterior, no de la lucha interna.[8]

Hay una diferencia importante entre los dos casos que podría ser favorable a la lucha palestina. Los vecinos de Sudáfrica, aún cuando fueron hostiles hacia el régimen racista, siempre fueron más débiles que éste y tuvieron poca influencia sobre él. Israel, en cambio, necesita el apoyo —o al menos el consentimiento— de los gobiernos vecinos, especialmente del de Egipto.

Las luchas por la democracia y la justicia social en los países árabes, de tener éxito, conllevarían un giro de 180 grados en la política de estos países hacia el Estado sionista. Pero, con contadas excepciones, los dirigentes palestinos se han abstenido de apoyar a los movimientos de oposición a los regímenes árabes, y han intentado, sin éxito, hacer que éstos convirtiesen
su apoyo retórico en pasos reales.

De todas formas, las luchas actuales en Egipto, con su potencial de romper el bloqueo a Gaza, podrían tener una enorme importancia. [9]

Por el boicot: debates y estrategias

Reconociendo las diferencias y los problemas, el ejemplo sudafricano sigue siendo una inspiración. Demuestra que es posible construir un amplio movimiento de solidaridad internacional, y que tal movimiento puede tener un impacto mediante, entre otras cosas, la herramienta del boicot.

Lo que nos hace falta es impulsar esta campaña, dando pasos concretos, adecuados a la situación que nos toca.

El hecho de constituir una campaña internacional no implica el imponer lemas únicos. Igual que ocurrió con la campaña contra el apartheid en Sudáfrica, será esencial respetar los ritmos y las culturas políticas de cada país.

Las formas de expresión que representan el consenso y la base de un movimiento amplio en, por ejemplo, Egipto, podrían suponer un obstáculo a la creación de tal movimiento en, digamos, el Estado español. Sería totalmente equivocado el interpretar la necesidad de una campaña común con la imposición de un único patrón.

Incluso dentro del Estado español, existen importantes diferencias de cultura política, y de tipos de organización. La red de asociaciones solidarias con Palestina representa un factor importante en Andalucía; la existencia de la Plataforma Aturem la Guerra, como un amplio movimiento antiguerra en Barcelona, tiene su importancia aquí, etc.

De lo que se trata es de cómo, compaginando los factores internacionales, estatales y locales, construir un movimiento fuerte y arraigado en las diversas naciones y ciudades del Estado español.

Objetivos políticos generales y asumibles

Un elemento común en los movimientos antiguerra que se han mantenido es el hecho de evitar encasillarse con formulaciones políticas demasiadas estrechas que excluyan a gente que comparte los objetivos centrales del movimiento.

Los debates acerca de qué tipo de Estado palestino constituiría la mejor solución al conflicto son importantes, y no sólo para el pueblo palestino, que es quien debería poder decidir sobre el tema. Los días de apoyo ciego, sin cuestionamientos, acabaron. Las y los activistas en solidaridad con Palestina tienen el derecho y el deber de analizar las soluciones propuestas.

En los movimientos europeos de solidaridad con Palestina, la opinión mayoritaria es probablemente la de que la opción realista es formar dos Estados, siguiendo las fronteras anteriores a 1967. También existe una minoría convencida de que la única solución viable es un solo Estado en todo el territorio de Palestina, para los palestinos y los actuales ciudadanos israelíes dispuestos a vivir en condiciones de igualdad y democracia.

No sería correcto ni necesario que el movimiento en su conjunto apostase por una u otra opción; esto supondría obligar a los partidarios de la otra opción a defender una posición que no comparten, o bien dividiría al movimiento en dos partes enfrentadas.

El Estado israelí ha dejado patente que no está dispuesto a permitir un Estado palestino viable en ni un centímetro cuadrado del territorio histórico de Palestina. Continúa bombardeando y asesinando a la población palestina en Gaza y Cisjordania, y practicando el apartheid contra los palestinos que viven dentro del Estado de Israel.

Bajo estas circunstancias, no tiene sentido alguno dividir el movimiento en función de qué porcentaje hipotético de este territorio debería ser aceptable por el pueblo palestino para formar un Estado.

En vez de proponer soluciones definitivas —algo que no toca— sería más apropiado que los movimientos occidentales de solidaridad con Palestina se concentrasen en movilizar ampliamente por unas demandas mínimas y compartidas. Éstas podrían ser: contra las agresiones israelíes; contra el Apartheid; por el derecho del pueblo palestino a establecer un Estado propio, con su capital en Jerusalén; por el derecho de retorno de los refugiados… efectivamente, que se cumplan las resoluciones de la ONU.

Con esta lógica, el movimiento en su conjunto no adoptaría formulaciones como “hay que acabar con el Estado de Israel” (de hecho, los movimientos occidentales no suelen expresarse de esta forma), pero tampoco debería declarar que “la solución es un Estado palestino viviendo en paz al lado de Israel” (lo que sí es una frase muy típica para los movimientos europeos)[10]. Ambas formulaciones implicarían optar por una u otra posición respecto a uno o dos Estados.

Parte del amplio movimiento antiguerra

Si entendemos que Palestina es un elemento clave del conflicto en la región, entonces también es un tema prioritario para los amplios movimientos que surgieron en 2003 contra la guerra en Irak.

A veces, los grupos en solidaridad con Palestina se han encontrado marginados o aislados. En 2003, al menos, las movilizaciones contra la guerra en Irak lograron un apoyo muy amplio, incluyendo al conjunto del movimiento sindical, a todos los partidos de izquierdas, a muchas ONG y a campañas diversas. La experiencia demostró que es posible involucrar a estos sectores en estas cuestiones.

Parecería sensato intentar involucrar toda esta amplitud en cualquier campaña de boicot.

En Canadá, donde llevan tiempo trabajando el boicot en un sentido amplio, el Congreso anual de la Canadian Union of Postal Workers (Sindicato Canadiense de Trabajadores de Correos) votó en abril de 2008 a favor de la campaña de boicot, sanciones y desinversión. (Se reproduce su resolución en Anexo 1.)

En Gran Bretaña, como sabemos, varios sindicatos han votado a favor del boicot, aunque el tema se ha complicado debido a la enorme presión política a la que han estado sometidos, especialmente en el caso del boicot académico. A este tema volveremos más adelante.

La situación del movimiento antiguerra en el Estado español es muy desigual, y el movimiento es evidentemente más reducido que hace 5 años. Pero intentar conectar con las redes y las personas que protagonizaron las movilizaciones de 2003 y reactivarlas debe ser una prioridad para cualquier propuesta seria de crear un movimiento fuerte de boicot.

Esto no excluye el utilizar otras tácticas como la acción directa noviolenta, que pueden tener un función muy positiva, al contribuir a romper el bloqueo mediático que actualmente sufre el movimiento antiguerra y en solidaridad con Palestina. Pero sería un error presentar tales acciones —esencialmente de propaganda— como una alternativa a movilizaciones más amplias. El éxito de la campaña de boicot contra el apartheid en Sudáfrica se debió a la participación masiva, no a las osadas acciones de unos pocos.

Contra el antisemitismo

Cualquier persona que haya levantado la voz contra los crímenes de Israel y a favor del pueblo palestino habrá sido acusada en algún momento de antisemitismo.

Este tema produce mucha confusión, y merece una seria consideración.

Antes de nada, es esencial insistir en la distinción entre el sionismo, como ideología política, y el judaísmo, como religión.

Haría falta la misma distinción entre la ideología bélica de George Bush y las creencias religiosas de la gente cristiana, incluyendo a los creyentes de la Iglesia Metodista a la que Bush pertenece. El hecho de que Bush y su entorno utilicen citas bíblicas para justificar sus acciones[11] no significa que Bush y los suyos representen del cristianismo.

El sionismo utiliza el judaísmo como coartada, pero las dos cosas son muy distintas. Se ha demostrado que Ben Gurion, fundador de Israel, no creía en las justificaciones religiosas para la creación de Israel, sólo las utilizaba.[12] Si el sionismo y el judaísmo fuesen lo mismo, sería difícil explicar por qué muchas de las personas más críticas con Israel, como Noam Chomsky, Ilan Pappe, o Naomi Klein, son de origen judío.[13]

Por otra parte, el apoyo incondicional al Estado de Israel —lo que sería una definición aproximada del sionismo— no se limita, ni mucho menos, a la gente judía.[14] Sectores del entorno de Bush se declaran explícitamente como cristianos sionistas.[15]

Algunas personas intentan explicar el respaldo a Israel por parte de EEUU y la Unión Europea recurriendo a una supuesta “conspiración judía”. Los que participaron en las movilizaciones contra la guerra de 2003 deberían haber aprendido lo suficiente acerca de los intereses imperialistas en Oriente Medio, de la importancia del petróleo, etc. como para saber que la foto de las Azores no surgió de ninguna “conspiración judía”. Son estos mismos intereses los que explican el apoyo occidental a Israel.

Más allá de las confusiones creadas, el antisemitismo es un problema real, que no debe tomarse a la ligera.

Argumentar, por ejemplo, que no se puede hablar del antisemitismo contra los judíos, porque los palestinos también son un pueblo semítico, no nos hace avanzar ni un ápice.[16] Llámese antisemitismo, judeofobia, o lo que sea, es innegable que ha existido, y existe, en Europa un racismo dirigido específicamente contra la gente judía. Durante la primera mitad del s.XX, fue una de las formas más extendidas de racismo en Occidente; hoy lo superan otras formas —como la islamofobia— pero sigue existiendo y que hay que combatirlo.

En parte debido al éxito del Estado de Israel y de sus defensores al identificar el sionismo con el judaísmo, alguna gente honestamente piensa que la culpa del sufrimiento del pueblo palestino la tienen “los judíos” como tal, lo que es igual que decir que “los cristianos” son los culpables del calvario actual del pueblo iraquí.

Más preocupante, aún existen grupos de extrema derecha que utilizan los argumentos contra Israel para justificar el antisemitismo. No tiene sentido equiparar tales organizaciones fascistas con las organizaciones progresistas pro palestinas. Los fascistas no esconden su odio hacia los judíos, lo proclaman abiertamente, reclamando la figura de Hitler y cosas por el estilo. La izquierda internacionalista, en cambio, siempre ha luchado —con más o menos éxito— contra el fascismo y contra el antisemitismo. En este sentido, no sólo el antisionismo y el antisemitismo no son la misma cosa, sino que en general son opuestos.

No así el sionismo y el antisemitismo. Arthur Balfour, el político británico que firmó en 1917 la declaración a favor de un Estado judío en Palestina, era antisemita. Siendo Ministro del Interior, introdujo la primera ley británica contra la inmigración en 1906, específicamente para cerrar la puerta a los judíos que querían escapar de los pogromos en Europa del este. Su apoyo a la creación de Israel reflejó su deseo de que los judíos fuesen a otra parte.

Para el sionismo, no hay problema alguno en tratar con los antisemitas. Según la lógica sionista, expresada por su fundador, Theodor Herzl, todos los no judíos son irremediablemente antisemitas.[17] De ahí que la única solución es un Estado de Israel, apartando a los judíos de los no judíos. Y “los gobiernos de todos los países afligidos por el antisemitismo tendrán gran interés en ayudarnos a obtener la soberanía que queremos”.[18] El sionismo intentó llegar a acuerdos con la Rusia zarista, con la Italia fascista e incluso con la Alemania nazi.[19]

El argumento esgrimido por los defensores de Israel, de que los anti sionistas son antisemitas, es deshonesto. Según el sionismo, todos los no judíos son antisemitas, apoyen o no al Estado de Israel.

Más importante, el sionismo niega la posibilidad de luchar contra el antisemitismo, y por extensión contra el racismo en general. En cambio, el antisionismo consecuente conlleva luchar contra toda forma de racismo: contra el apartheid que sufren los palestinos; contra el racismo hacia los negros; contra la islamofobia; y contra el antisemitismo.

Y esto no puede quedarse en palabras, sino que implica actividad. Cuando surgen los grupos fascistas —que utilizan argumentos antisemitas o islamofóbicos, según les conviene en cada momento— las fuerzas progresistas que se solidarizan con Palestina deben sumarse a la lucha contra ellos… igual que hizo la izquierda internacionalista frente al fascismo y nazismo el siglo pasado. Los que son consecuentes con el sionismo, no lo harán, como no lo hicieron entonces.

Por el boicot: pensar en cuatro prioridades alcanzables

Si queremos que el boicot al Estado de Israel llegue a ser una realidad, no sólo un deseo, hace falta plantearnos objetivos que se pueden llevar a la práctica.

Aquí comentaré algunas acciones que se pueden considerar. Lo que se dice aquí es aproximativo y fácilmente superado por el tiempo. El objetivo por ahora es contribuir a que una campaña se ponga en marcha; después ya veremos qué hay que hacer.

Olvidémonos del código de barras 729

Las campañas de boicot en el Estado español —más bien los intentos de crear tales campañas— se han centrado en el boicot individual por parte de los consumidores.

Se ha llamado a que la gente no compre productos que lleven el código de barras 729, por ser éste un indicio de la procedencia israelí de un producto. También se han producido largas listas de productos israelíes, pidiendo que la gente no los compre.[20]

Pero debemos reconocer que estas llamadas tienen poca o ninguna efectividad.

Parece que se olvida que, antes de que millones de personas tomaran consciencia de qué significaba el apartheid, y dejasen de comprar productos sudafricanos, pasaron muchos años, durante los cuales la lucha fue por otros cauces. Fueron las campañas más colectivas y públicas de boicot, desinversión y sanciones las que produjeron la conciencia necesaria para el boicot individual de consumidores, no al revés.

Es verdad que una táctica no necesariamente excluye a la otra.

Pero el consenso de que “boicot” implica, casi exclusivamente, acciones individuales en el momento de hacer la compra, es tan arraigado que hace falta una ruptura clara con esta visión, hasta que una campaña sólida esté en marcha en otros frentes.

Una experiencia vivida en Catalunya servirá de ejemplo.

Durante 2007, intentamos conseguir que la tienda cooperativa Abacus dejase de vender juguetes procedentes de Israel. En varias ocasiones se hicieron acciones coordinadas de reparto de octavillas ante decenas de sus tiendas. La demanda fue muy clara; que Abacus, como entidad que anuncia su compromiso social, su opción por el consumo responsable, etc., debía negarse a vender los productos del apartheid. Pero las preconcepciones acerca del boicot hicieron que muchas personas, a las que repartimos octavillas, en vez de preguntar qué podían hacer para presionar a la cooperativa Abacus, quisieron saber —como mucho— cuáles productos ellos, personalmente, debían evitar. ¡Incluso la octavilla que repartimos iba decorada con imágenes del código de barras 729!

O sea, hasta que no esté bien establecido que la campaña no se limita a las decisiones individuales de los consumidores, olvidémonos de los códigos de barras, y de las largas listas de productos.

El objetivo principal es crear conciencia, y esto requiere de otras tácticas.

Boicot cultural

Este campo ofrece grandes posibilidades de difundir conciencia acerca de la realidad de Palestina.

Ya hemos tenido un pequeño éxito, respecto al Congreso Internacional de Escritores, celebrado en Jerusalén en mayo de 2008, para marcar el 60 aniversario de la proclamación del Estado de Israel. Los organizadores habían anunciado la participación de Javier Cercas, autor de Soldado de Salamina. Tras protestas por parte de los movimientos en solidaridad con Palestina, su nombre desapareció del programa, no sabemos si porque convencimos al autor.

De todas formas, existe una llamada específica al boicot cultural, por parte la Campaña Palestina por el Boicot Académico y Cultural de Israel (PACBI)[21].

Ésta ya ha dado frutos, en la forma de una Carta de los artistas a favor del boicot cultural contra Israel, firmada por un centenar de autores, cineastas, músicos y artistas, incluyendo a Arundhati Roy, John Berger, Eduardo Galeano, Elia Suleiman, Brian Eno, Steven Rose… Denuncian que “se incumplen las resoluciones de las Naciones Unidas, se violan los derechos humanos con el robo de tierras palestinas, la demolición de viviendas y la destrucción de cosechas”, por lo cual declaran: “¡No visitemos, expongamos ni actuemos en Israel!”[22]

Esa carta fue impulsada, principalmente, en Gran Bretaña, a finales de 2006.

Pero su contenido sigue perfectamente aplicable hoy, y se podría utilizar aquí, sin cambio alguno.

En Barcelona, tuvimos una pequeña experiencia relevante en marzo de 2008. Recogimos firmas de artistas a favor de la manifestación contra la guerra del 15 de marzo, marcando el 5º aniversario de la invasión de Irak. La veintena de firmantes incluye a grupos como Ojos de Brujo y Companyia Elèctrica Dharma, a la cantante de blues Big Mama, a los actores Manel Barceló, Biel Duran, Carme Sansa…[23] Muchas de estas personas firmarían la carta por el boicot cultural si se los pidiera.

Si se hiciera un esfuerzo en el ámbito estatal, con la colaboración del conjunto de organizaciones solidarias con Palestina, seguro que se conseguiría un apoyo muy significativo.

Quizá no represente mucho en términos prácticos, pero sí podría ser efectivo en términos de propaganda y conciencia, y recibiría mucha publicidad… aunque sólo fuera de algun(a) columnista enfadado/a.

Un último punto. No debo ser la única persona que se pregunta: ¿qué hace Israel en Eurovisión?

Boicot deportivo

Aquí hay diversas experiencias en diferentes partes del Estado —al menos en Barcelona y, creo, Málaga— que sería interesante compartir.

En Barcelona, al menos, las intervenciones en los partidos de básquet entre Barça y Maccabi han sido costosas debido a la acción policial, con multas, comprobaciones de identidad… Las personas involucradas podrán dar los detalles.

Aún así, parece que es un campo que da bastantes posibilidades de acción mediática. Ante el problema de represión y ataques legales, se debe buscar más apoyo político para las acciones. También intentar quizá que alguien “famoso” acuda a un partido de básquet para participar en el despliegue de la bandera palestina.

Si se habla del tema, seguro que surgirán más ideas.[24]

Boicot académico

El gran ejemplo en el ámbito académico es el de Gran Bretaña. El sindicato británico de profesores universitarios, la University and College Union (UCU), decidió en su congreso de 2007 distribuir a sus secciones sindicales la declaración palestina a favor del boicot a Israel, y abrir un debate acerca de la moralidad de mantener relaciones con instituciones académicas israelíes.

Esta decisión desató una tormenta, con acusaciones de antisemitismo, de infringir la libertad académica, culminando en presión legal para prohibir el debate acordado. Se interpretó la resolución ampliamente como un voto por el boicot, cuando su intención fue, más bien, la de abrir un debate y crear conciencia entorno a la cuestión de Palestina.

De todas formas, en la primavera de 2008, tras duros debates dentro del sindicato, la resolución empezó a implementarse, con sendas visitas de delegaciones de la UCU a Palestina y de la PFUUPE (la Federación Palestina de Sindicatos de Profesores y Empleados Universitarios) a Gran Bretaña, donde hicieron una gira por todo el país, explicando su situación en charlas en una veintena de instituciones académicas británicas.[25]

En mayo de 2008, el congreso de la UCU se reafirmó en su posición, con un apoyo mucho más amplio que en 2007. La resolución de 2008 vuelve a insistir en la necesidad de considerar la moralidad de las relaciones con instituciones académicas israelíes. Quizá más interesante, reitera un elemento de la resolución de 2007 que no había recibido mucha atención; el de impulsar relaciones de hermanamiento entre instituciones británicas y palestinas. (Se reproduce el texto de la resolución en el Anexo 2).

El título de esta sección no es, por tanto, el más adecuado. Los y las activistas de la UCU insisten en que su política debe definirse como una de solidaridad y concienciación más que de boicot. Pero, se llame como se llame, parece un modelo que vale la pena estudiar.

Por el momento, se podrían destacar algunos aspectos importantes de esta experiencia. Primero, demuestra cómo el tema del boicot puede polarizar mucho las opiniones, provocando divisiones incluso dentro de nuestros movimientos. Segundo, se ve que esta polarización puede superarse, y que se puede avanzar, si se sabe debatir de forma paciente y flexible. El objetivo no es insistir en ciertas formas de palabras, sino llegar a consensos amplios, capaces de llevar a la práctica acciones reales.

Finalmente, que la solidaridad con Palestina no debe separarse de otras luchas. La izquierda de la UCU superó la auténtica caza de brujas que sufrió, tras la votación de 2007, y logró una mayoría más amplia a favor de la campaña por Palestina, gracias no sólo a su trabajo en este tema, sino porque también supo hacer frente a los ataques laborales que está sufriendo su sector, liderando una serie de huelgas. Cada caso será diferente, pero la lección general es que la cuestión de Palestina no es un tema moral aislado, sino una parte de la lucha más amplia por cambiar las cosas.

Boicot en las instituciones públicas

Muchos ayuntamientos, comunidades autónomas, etc., gobernados por partidos de la izquierda institucional, compran productos israelíes.

Haría falta investigar para descubrir cuáles administraciones están implicadas, y conocimiento político de cada caso para saber dónde podría ser efectivo pedir y/o presionar para que cambien de proveedor.

Hay algunas experiencias en Catalunya que se deberían generalizar, especialmente respecto a la compra de software israelí por parte del departamento de enseñanza.

Pero es un ámbito, otra vez, que ofrece el potencial de movilizar políticamente, y no sólo de pedir cambios en los hábitos individuales de compra, como es el caso del boicot de consumidores.

Desinversión

Ésta es la segunda letra de BDS: boicot, desinversión, sanciones.

En la campaña contra el apartheid sudafricano, la cuestión de desinversión, especialmente por parte de las universidades británicas, fue muy importante. El objetivo era que los importantes fondos que manejaban estas instituciones no se invirtiesen en Sudáfrica, y que se retirase cualquier inversión que hubiera en ese país.

Con el tiempo, se amplió el objetivo para incluir las inversiones en el banco británico Barclays, conocido por su colaboración con el régimen racista.[26]

Se podrían considerar campañas a favor de la desinversión respecto al apartheid israelí, por parte de entidades en el Estado español. Se trataría de escoger entidades que han expresado su compromiso con los derechos humanos, etc., con lo cual su colaboración con el régimen israelí entraría en contradicción con sus propios principios.

Las universidades manejan muchos millones de euros, y sería interesante investigar cuáles políticas de inversión y gestión mantienen al respeto. Si hubiera inversiones en Israel —o en empresas implicadas de forma importante en Israel— éstas podrían ser el objetivo de movilización. Aquí, el cuerpo estudiantil podría tener una participación más importante de lo que es posible en el boicot académico, donde el profesorado es la clave.

También podría haber casos de ayuntamientos, etc., donde cabría plantear la retirada de fondos de las inversiones implicadas en Israel.

Igual que en los otros ámbitos, requiere de una investigación de las conexiones existentes con Israel, así como de una consideración de cuáles entidades serían objetivos prácticos de una campaña.

¿Sanciones? Tratado UE-Israel y armas

Hace años que se denuncia el Acuerdo preferencial de la UE con Israel. El 16 de junio de 2008, las dos partes acordaron fortalecer esta relación, a pesar del flagrante incumplimiento de las cláusulas sobre los derechos humanos en el acuerdo existente.

Unas 100 organizaciones europeas y palestinas firmaron una llamada contra el nuevo acuerdo, sin que la UE haya hecho caso.[27]

Esta iniciativa sigue las centenares de miles de firmas que se habían recogido, en el conjunto de Europa, exigiendo la suspensión del acuerdo.

Quizá sea el momento de reconocer que hacer que la Unión Europea cambie de opinión respecto a Israel será casi tan difícil que conseguir que lo haga EEUU. Esto no implica dejar de exigir la suspensión de los acuerdos, citando su propio incumplimiento en lo que se refiere a los derechos humanos. Pero sí implica que deje de ser un objetivo práctico del boicot, y que pase a ser un motivo más de denuncia política.

Más o menos lo mismo se aplica al comercio de armas con Israel. El gobierno Zapatero acaba de comprar cuatro aviones no tripulados a Israel, para utilizar en Afganistán, por un valor de más de 14 millones de euros. Según algunos informes, un motivo para elegir el avión israelí fue la efectividad mostrada en la guerra contra el Líbano de 2006. [28] Otros informes revelan que 24 soldados del Ejército de Tierra fueron a Israel para entrenarse en el uso de estos aviones.[29]

En estas circunstancias, se pueden y se deben denunciar tales contratos, pero sería iluso pensar que se va a presionar al Estado de Israel mediante el fin de su comercio de armas, simplemente porque ningún gobierno español previsible adoptará esta política.

El objetivo de la campaña de boicot es movilizar para que se apliquen medidas que ejercerán una presión económica o moral contra el Estado de Israel. Denunciar a la UE o al gobierno español por sus tratos con Israel es muy correcto, pero no es ejercer boicot.

Conclusión

Insisto, hay posibilidades de una fuerte campaña de boicot, desinversión y sanciones contra el apartheid israelí, si sabemos organizarnos bien, poner objetivos alcanzables y crear las alianzas necesarias.

Para que esto ocurra, hará falta enfocar el debate en el conjunto de los movimientos interesados en el tema, muchos de los cuales participan en la Red [Estatal] Solidaria contra la Ocupación de Palestina. Las organizaciones palestinas hace tiempo crearon un marco nacional.[30] Ahora han dado el salto para crear un marco internacional, el Movimiento Global por BDS.[31] Sea cual sea el marco de coordinación, es evidente que tenemos que coordinarnos más y mejor en el ámbito del Estado español, siempre respetando nuestras autonomías como movimientos y las tradiciones políticas de cada lugar. Un instrumento mínimo ya lo sugieren las iniciativas palestinas; una página web para difundir materiales y los objetivos acordados.

Y como he intentado argumentar en este texto, deberíamos mirar muy bien en el momento de escoger nuestros objetivos. No tenemos tantos recursos ni tantas energías como para hacer boicot a todo. Mejor unos pocos objetivos, cuidadosamente escogidos, que podrían dar frutos, que grandes ambiciones que se van disipando con el tiempo y quedan en nada.

No se trata de lo que nos pide el cuerpo, sino de qué podemos hacer que sea efectivo en solidaridad con nuestras hermanas y hermanos palestinos.

Anexos

Anexo 1: Resolución sobre boicot de la Canadian Union of Postal Workers

Palestine and Israel:

CUPW will work towards an end to all acts of violence including military assaults and suicide bombings. The Union calls on Israel to immediately withdraw from the occupied territories in accordance with UN resolution 242 and tear down the Israeli – West Bank barrier. The Union calls on the Canadian government to increase humanitarian aid to Palestinians. The Union will also support the international campaign of boycott, divestment and sanctions until Israel recognizes the Palestinian people’s right to self-determination and right to return to their homes as stipulated in UN resolution 194.[32]

Anexo 2: Resolución de la UCU: Palestina y la ocupación

Resolución aprobada por clara mayoría en el Congreso del sindicato de profesores universitarios británico, UCU, mayo de 2008. Más detalles en http://www.ucu.org.uk .

Congreso nota

1. la continuación de la colonización ilegal, asesinato de civiles y la imposibilidad de vida civil, incluyendo la educación;

2. la catástrofe humanitaria impuesta en Gaza por Israel y la UE;

3. la aparente complicidad de la mayoría del mundo académico israelí;

4. los intentos legales de evitar que UCU debata un boicot contra las instituciones académicas israelíes; y consejo legal en el sentido de que estos debates son legales

Congreso afirma que

5. las críticas a Israel o a las políticas israelíes no son, como tales, antisemitas;

6. la búsqueda del conocimiento y su diseminación no son únicamente inmunes de consecuencias morales y políticas;

Congreso resuelve

7. pedir a nuestros colegas a que consideren las implicaciones morales y políticas de relaciones educativas con las instituciones israelíes, y que debatan la ocupación con los individuos e instituciones interesados, incluyendo a los colegas israelíes con los cuales colaboren;

8. que UCU difundirá ampliamente los testimonios personales de las delegaciones de UCU y la PFUUPE a Palestina y Reino Unido, respectivamente;

9. utilizar los testimonios para promover un amplio debate por parte de nuestros colegas acerca de lo apropiado de continuadas relaciones educativas con instituciones académicas israelíes;

10. que UCU facilitará y fomentará las relaciones de hermanamiento y otras formas de solidaridad directa con instituciones palestinas;

11. que Ariel College, una institución abiertamente colonizadora en Cisjordania, sea investigada bajo los procedimientos formales de “Lista Gris”.



[2] Hay un resumen de la experiencia de Sudáfrica en el interesante informe de Stop the wall, Towards a Global Movement for Palestine: A framework for today’s anti-apartheid activism, junio de 2007. Disponible en www.stopthewall.org

[3] Ver “Anti-Apartheid and Solidarity Movements” en http://www.anc.org.za/ancdocs/history/aam/ y específicamente el documento de Kader y Louise Asmal, “Anti-apartheid movements in Western Europe”.

[4] Kader y Louise Asmal, “Anti-apartheid movements in Western Europe”.

[5] Ver “United Nations, India and boycott of apartheid sport”, en http://www.anc.org.za/ancdocs/history/boycotts/indsport.html

[6] Ver el breve resumen en Josep Maria Antentas, “Sudáfrica: Resistencias al neoliberalismo”, Viento Sur Nº 85, marzo de 2006.

[7] Ver Peter Hirschberg, “Palestinos y su bomba demográfica” IPS 25/07/2008. Disponible en http://www.milenio.com/node/52595

[8] La población palestina en el Líbano quizá sea una excepción; combatientes palestinos formaron parte de la resistencia ante el ataque israelí de julio de 2006.

[9] Ver David Karvala, “Mahal·la: la Intifada del Nil”, en La Directa 23/04/08, y “La Intifada egipcia” en La Hiedra, mayo de 2008 (disponible aquí).

[10] Sólo por poner un ejemplo, la declaración de muchas entidades catalanas, con motivo del 40 aniversario de la ocupación de Gaza y Cisjordania, argumenta que “las bases para a una solución del conflicto” serían la creación de dos Estados, siguiendo las fronteras anteriores a 1967. Disponible en www.aturemlaguerra.org/?q=node/96

[11] Ver, por ejemplo, Paul Harris, “Bush says God chose him to lead his nation”, en The Observer (Londres), 2/11/03.

[12] Ver John Rose, The myths of Zionism, Londres 2004, capítulo 1. John Rose es de origen judío.

[13] Hay muchas organizaciones de gente judía crítica con Israel. Ver la declaración de Judíos contra la Ocupación, en http://jatonyc.org/mission.html y la web de “No en nuestro nombre, voces judías contra el sionismo”, en http://www.nion.ca/

[14] El sionismo siempre, y desde sus inicios, ha dependido del apoyo de sucesivos poderes imperialistas, ninguno de los cuales podía definirse de judío. Ver Lenni Brenner, Zionism in the age of the dictators, 1983. (disponible en http://www.marxists.de/middleast/brenner/). Brenner es de origen judío.

[16] Hoy en día, y con una lógica parecida, algunas personas niegan la definición de la islamofobia como racismo, porque el Islam es una religión, y los musulmanes no son una raza. Tales argumentos no ayudan a liberar a los presos musulmanes de Guantánamo o de las otras cárceles ilegales de la CIA.

[17] Este argumento es la base del documento fundador del sionismo, El Estado Judío, de Theodor Herzl, disponible en inglés en http://www.gutenberg.org/files/25282/25282-h/25282-h.htm . Herzl declara que, al llegar a un país, “los judíos llevan consigo las semillas del antisemitismo”.

[18] Theodor Herzl, El Estado Judío, capítulo 2.

[19] Lenni Brenner explica todos los desagradables detalles en Zionism in the age of the dictators. Hoy en día, incluso algunos de los “cristianos sionistas” también son antisemitas, según la organización judía Jews on First, crítica con el fundamentalismo cristiano. Ver http://www.jewsonfirst.org/christian_zionists.php

[20] Hay una lista larguísima en la web estadounidense www.boycottisraeligoods.org. La red catalana Boicot Preventiu tiene una lista algo más manejable en

http://boicotpreventiu.org/Boicot_ISRAEL/Docs/llistanocompra_cat.pdf

[21] Su llamada está en http://www.pacbi.org/campaign_statement.htm en inglés. Seguro que existe una traducción castellana y/o catalana en alguna parte.

[22] Traducción castellana de la carta, con la lista de firmantes, en http://www.nodo50.org/csca/agenda06/palestina/boicot_29-12-06.html

[23] Declaración y lista completas en http://www.aturemlaguerra.org/?q=node/139

[24] Una fecha para marcar en el calendario: según el programa de la Euroliga de básquet, Unicaja de Málaga acogen a Maccabi de Tel Aviv en enero de 2009. http://www.euroleague.net/main/schedules/by-team?phasetyp
ecode=RS++++++++&seasoncode=e2008&clubcode=TEL

[25] Hay un interesante informe sobre la visita en http://www.ucu.org.uk/media/pdf/5/l/speakingtourreport_final.pdf

[26] Al final, Barclays se retiró de Sudáfrica en noviembre de 1986. Ver Stop the wall, Towards a Global Movement for Palestine…, pág. 6.

Comentarios

Entradas populares