Himno de España: tómalo o déjalo

No ocurre a menudo, pero estoy bastante de acuerdo con Mayor Oreja y Federico Jiménez Losantos (por ahora, de la COPE) en su reacción ante los pitidos con los que se recibió al himno español en la final de la Copa del Rey.

Oreja dice que demuestra que algo va mal en el Estado de España. Según Losantos, fue “la metáfora y la realidad del estado de la nación”.

Esto sucede en los mismos días en los que algunos catalanes y vascos tienen la presunción de aprovechar las elecciones europeas para plantear proyectos separatistas, con la llamada “Iniciativa Internacionalista”. ¿No saben que estas cuestiones no pueden tratarse mediante la democracia, sino sólo mediante la lucha armada? (¿O era al revés?, es que no me acuerdo).

Pues bien, hay que planteárselo claramente a “la hinchada del Atlético de Bilbao, los separatistas vascos, y a la del Barça, los separatistas catalanes” (Losanto dixit), y de hecho al conjunto de las y los catalanes y vascos. Que se decidan por una vez.

Si quieren formar parte de la gran y orgullosa nación española, deben prometer que, de aquí en adelante, al oír el querido himno nacional español, se pondrán de pie, en silencio o bien cantando la letra oficial (nada de inventos poco respetuosos, ni mucho menos de pitidos) y reflexionarán acerca de las bondades de ser español.

Si se niegan a llevar a cabo este mínimo compromiso, se debe expulsar a Catalunya y Euskadi, sin más, para buscarse la vida en las tierras inhóspitas más allá de las fronteras de España.

Me temo que no son sólo los fans del fútbol los que muestran falta de respeto por los símbolos españoles. Así que deben votar; si insisten en pitar, dejarán de ser españoles.

En cuanto a mí, voy para el todo a cien a comprar unos silbatos.

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