El momento cucaracha


Les habrá pasado a muchas personas. Por la noche enciendes la luz de la cocina, y ves cucarachas corriendo por el suelo. Se esconden rápidamente, pero sabes que te toca hacer dos cosas. De forma urgente debes tomar medidas para eliminar la plaga. Y de ahí en adelante tendrás que mejorar la higiene doméstica. Lo que no sirve es ignorar el problema, fingiendo que no pasa nada.

Recientemente, la extrema derecha nos ha dado varios “momentos cucaracha”.

En el barrio valenciano de Benimaclet, el pasado 22 de noviembre, matones de un pequeño grupo ultra, “España 2000”, entraron en un centro social, amenazando de muerte a los presentes. Como denuncian las asociaciones vecinales, la agresión culmina una serie de provocaciones fascistas en el barrio. Increíblemente, el delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Ricardo Peralta, se refiere a España 2000 como a una “parte de la riqueza democrática”.

En La Rioja, el pasado 4 de diciembre se celebró un concierto en homenaje al asesino encarcelado del joven antifascista madrileño, Carlos Palomino. El acto fue organizado por “Alianza Nacional”, un grupo que, según su propio dirigente, “no roza el nazismo, incurre en él”. A pesar de las denuncias de Logroño Antifascista, la Delegación del Gobierno permitió el acto.

Lo ocurrido la noche electoral del 28 de noviembre en Catalunya fue aún más grave. La luz se encendió para revelar tres candidatos de la organización fascista, Plataforma per Catalunya (PxC), corriendo hacia el Parlament. Al final, PxC se quedó sin escaños, pero permanece el hecho de que unas 75 mil personas —gran parte de ellas engañadas por sus mentiras— votaron a una opción de extrema derecha.

¿Qué debemos hacer ante esta situación?

Demasiada gente opta por fingir que no ha visto nada, pensando que si no se habla del problema, éste desaparecerá. En realidad, permite a los fascistas crecer en la oscuridad: la próxima vez que se enciende la luz, habrán aumentado en número.

Peor aún es la actitud del PP de Catalunya, que optó por fomentar el racismo, en su búsqueda de votos. A corto plazo, el juego les ha salido bien: subieron en 1,6 puntos. Pero a la larga, su actitud alimenta y ayuda a crecer a la extrema derecha.

Por otro lado, la típica imagen del antifascismo —la de un grupo reducido de radicales de izquierdas que se enfrenta en la calle, de forma violenta, con un puñado de ultras— tampoco funciona. Esta imagen no es justa, pero es cierto que muchos grupos antifascistas han dado más importancia a promover su propio discurso radical que a crear un movimiento amplio.

Está claro que hace falta algo diferente para hacer frente a la actual amenaza fascista y el auge del racismo.

En Catalunya ya está en marcha una nueva iniciativa, Unidad contra el fascismo y el racismo (UCFR). Como indica su nombre, se opone a los grupos fascistas —especialmente al que más crece electoralmente, Plataforma per Catalunya— así como al racismo militante del PP. Y como también dice su nombre, es un movimiento unitario; incluye entidades sociales como la Confederación de Asociaciones Vecinales de Catalunya, la Federación de Asociaciones Gitanas de Catalunya, el Consell Nacional de Joventut y SOS Racisme de Catalunya, entre muchas otras; organizaciones políticas desde la Juventud Socialista hasta la izquierda radical; además de centenares de personas a título individual, desde músicos hasta castellers.

Aún es temprano, pero se empiezan a notar sus efectos. En Vic, en las elecciones municipales de 2007, PxC ganó el 18,5% de los votos y cuatro concejales. Esta vez, tras una campaña en su contra por parte de activistas de UCFR y otros antirracistas de la ciudad, PxC sólo sacó el 5,8% de los votos. Si caen por debajo del 5%, se quedarán fuera del ayuntamiento en las municipales de mayo de 2011.

Así se muestra el camino para el resto de la gente de Catalunya que no quiere encontrar concejales de extrema derecha en sus ayuntamientos el próximo mayo. Pero la lección se aplica de forma más general. Allí donde crezcan los fascistas y los racistas descarados, hace falta un movimiento unitario en su contra, que tome medidas urgentes para eliminar la plaga y que trabaje para mejorar la higiene democrática.

Así no tendremos que preocuparnos cuando encendamos la luz.

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